¿QUÉ ES?
La dispraxia es conocida también como el “síndrome del niño torpe”, porque quienes la padecen suelen tener cierta torpeza y lentitud al ejecutar movimientos coordinados tales como hablar, recortar con tijeras, escribir, abotonarse, atarse los cordones de los zapatos, etc.
También se le conoce con otros nombres como disfunción motriz, desorden de la coordinación del desarrollo o dificultades moto-perceptuales.
Investigaciones estiman que un 10% de la población puede tener dispraxia leve y un 4% dispraxia grave. Quienes padecen dispraxia suelen tener una inteligencia normal, por lo que son especiales, pero no tontas.
CAUSAS
No hay causas totalmente establecidas. Puede deberse a una inmadurez en el desarrollo de las neuronas o ser ocasionada por traumatismos, enfermedades o lesiones cerebrales, por lo que puede aparecer en cualquier etapa de la vida.
SÍNTOMAS
Debilidad motriz generalizada que impide terminar movimientos que exigen cierta coordinación.
Existen diferentes formas de dispraxia: verbal (trastornos del habla), hiperactividad, trastornos del aprendizaje, trastornos motores o visuales, trastornos afectivos o de comportamiento
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
Generalmente la dispraxia se detecta en nivel preescolar y el diagnóstico se realiza dentro del campo neurológico y motor.
Cuando se identifica tempranamente el problema se logran minimizar los síntomas.
Un psiquiatra podría prescribir medicación antidepresiva o ansiolítica y el neurólogo o pediatra pueden ordenar tomografías computadas u otros.
Los tratamientos de la dispraxia están encaminados a mejorar las limitaciones que presenta el niño, con el fin de integrarlo en las actividades grupales. Dicha tarea requiere de la ayuda de padres, maestros, fonoaudiólogos, terapeutas ocupacionales, pediatras, etc.
No poder realizar ciertas actividades pueden provocar frustración en el niño, por ello conviene aplicar técnicas de mejora de la autoestima y enseñarles a manejar y encauzar emociones.
El problema se agrava cuando padres, familiares y educadores privan a los niños de estímulos que podrían ayudarles a mejorar. Es por ello que estas personas deben adquirir la formación necesaria para comprender y ayudar al niño, estimularle y enseñarle habilidades.
Aprender a tocar un instrumento, subir y bajar escaleras, jugar con plastilina, cortar con tijeras, escribir y pintar son ejemplos de actividades que pueden ayudar al niño con problemas de la coordinación y equilibrio.
En el caso de la dispraxia verbal, se recomienda realizar una serie de ejercicios con la lengua.
Existen materiales educativos que pueden ser empleados en la recuperación de praxias, especialmente en el ámbito escolar.
Un psiquiatra podría prescribir medicación antidepresiva o ansiolítica y el neurólogo o pediatra pueden ordenar tomografías computadas u otros.
POSIBLES COMPLICACIONES
La dispraxia puede combinarse a veces con dislexia (trastorno del aprendizaje) o dislalia (problema del habla).
El problema se agrava cuando padres, familiares y educadores privan a los niños de estímulos que podrían ayudarles a mejorar. Es por ello que estas personas deben adquirir la formación necesaria para comprender y ayudar al niño, estimularle y enseñarle habilidades.
http://www.salud.com/enfermedades/dispraxia.asp
La dispraxia es conocida también como el “síndrome del niño torpe”, porque quienes la padecen suelen tener cierta torpeza y lentitud al ejecutar movimientos coordinados tales como hablar, recortar con tijeras, escribir, abotonarse, atarse los cordones de los zapatos, etc.
También se le conoce con otros nombres como disfunción motriz, desorden de la coordinación del desarrollo o dificultades moto-perceptuales.
Investigaciones estiman que un 10% de la población puede tener dispraxia leve y un 4% dispraxia grave. Quienes padecen dispraxia suelen tener una inteligencia normal, por lo que son especiales, pero no tontas.
CAUSAS
No hay causas totalmente establecidas. Puede deberse a una inmadurez en el desarrollo de las neuronas o ser ocasionada por traumatismos, enfermedades o lesiones cerebrales, por lo que puede aparecer en cualquier etapa de la vida.
SÍNTOMAS
Debilidad motriz generalizada que impide terminar movimientos que exigen cierta coordinación.
Existen diferentes formas de dispraxia: verbal (trastornos del habla), hiperactividad, trastornos del aprendizaje, trastornos motores o visuales, trastornos afectivos o de comportamiento
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
Generalmente la dispraxia se detecta en nivel preescolar y el diagnóstico se realiza dentro del campo neurológico y motor.
Cuando se identifica tempranamente el problema se logran minimizar los síntomas.
Un psiquiatra podría prescribir medicación antidepresiva o ansiolítica y el neurólogo o pediatra pueden ordenar tomografías computadas u otros.
Los tratamientos de la dispraxia están encaminados a mejorar las limitaciones que presenta el niño, con el fin de integrarlo en las actividades grupales. Dicha tarea requiere de la ayuda de padres, maestros, fonoaudiólogos, terapeutas ocupacionales, pediatras, etc.
No poder realizar ciertas actividades pueden provocar frustración en el niño, por ello conviene aplicar técnicas de mejora de la autoestima y enseñarles a manejar y encauzar emociones.
El problema se agrava cuando padres, familiares y educadores privan a los niños de estímulos que podrían ayudarles a mejorar. Es por ello que estas personas deben adquirir la formación necesaria para comprender y ayudar al niño, estimularle y enseñarle habilidades.
Aprender a tocar un instrumento, subir y bajar escaleras, jugar con plastilina, cortar con tijeras, escribir y pintar son ejemplos de actividades que pueden ayudar al niño con problemas de la coordinación y equilibrio.
En el caso de la dispraxia verbal, se recomienda realizar una serie de ejercicios con la lengua.
Existen materiales educativos que pueden ser empleados en la recuperación de praxias, especialmente en el ámbito escolar.
Un psiquiatra podría prescribir medicación antidepresiva o ansiolítica y el neurólogo o pediatra pueden ordenar tomografías computadas u otros.
POSIBLES COMPLICACIONES
La dispraxia puede combinarse a veces con dislexia (trastorno del aprendizaje) o dislalia (problema del habla).
El problema se agrava cuando padres, familiares y educadores privan a los niños de estímulos que podrían ayudarles a mejorar. Es por ello que estas personas deben adquirir la formación necesaria para comprender y ayudar al niño, estimularle y enseñarle habilidades.
http://www.salud.com/enfermedades/dispraxia.asp
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