Posteriormente, en su interior se desarrolla una cavidad y se inicia el estadio embrionario denominado blastocisto. Éste se implanta en la mucosa uterina, preparada por la acción de las hormonas para la anidación, el sexto día tras la fecundación (que corresponde al día 21 desde el primer día de la última menstruación).
El periodo de receptividad del útero es corto, sólo de unas horas. Si el embrión no llega al útero durante ese periodo, no podrá implantarse y, por lo tanto, no progresará la gestación.
Una vez que se ha adherido a la cavidad uterina, el blastocisto seguirá su desarrollo embrionario. Empieza a alimentarse a través de los vasos sanguíneos de las paredes del útero y se inicia la formación de la placenta a su alrededor. Durante toda la gestación, el futuro bebé recibe anticuerpos a través de la placenta que le protegerán contra cualquier enfermedad contra la que su madre tenga anticuerpos.
Hacia la tercera semana del embarazo, el embrión está formado por numerosas células que se nutren de una mucosa rica en sangre denominada mucosa uterina y que reviste las paredes del útero. En este tiempo se ha formado ya el corazón y el embrión tiene un sistema de circulación sanguínea rudimentario.
Al final del primer mes y medio tras la menstruación se empiezan a dibujar las piernas y los brazos del embrión y el cordón umbilical se empieza a formar. La cabeza es la extremidad más abultada y se adivina ya lo que en el futuro será la médula espinal. El paladar ya se ha desarrollado. En este periodo, el tamaño del embrión es de unos 4 milímetros y pesa menos de 1 gramo.
En el segundo mes de embarazo se forman los ojos del embrión y empiezan a crecer los brazos y las piernas. Los órganos internos y el cerebro del futuro bebé se van desarrollando.
En esta etapa, el embrión mide alrededor de 3 centímetros y pesa unos 3 gramos. Flota dentro de una especie de bolsa llena de líquido amniótico.
El rápido desarrollo del cerebro del embrión provoca un evidente aumento de la cabeza.
La cara se empieza a perfilar con la formación de los ojos, muy separados y cubiertos por una membrana, y un esbozo de las orejas y los pabellones auditivos. Los brazos y las piernas del bebé siguen creciendo.
En un primer momento, la parte inferior del embrión tiene un aspecto alargado, similar a la cola de los renacuajos, que desaparece al final de este periodo.
Hacia la séptima semana de desarrollo embrionario se definen los dedos de los pies y de las manos.
Al mismo tiempo se van desarrollando los principales órganos, como el intestino, que toma forma de rizo debido a su largo tamaño, la vejiga y la uretra, así como el hígado, el estómago, el apéndice y el bazo.
Si pudieras escuchar el corazón de tu pequeño embrión, te sorprendería el ritmo al que late: a unos 140 - 150 latidos por minuto. Un ritmo que duplica al de la madre.
Al final de esta etapa, también se aprecia el desarrollo paulatino de los huesos y de los músculos.
El embrión flota en el saco de líquido amniótico que le protege de los golpes externos que pueda recibir a través del abdomen de la madre.
En el tercer mes de embarazo el embrión pasa a denominarse feto. Esta etapa es conocida como periodo fetal, ya que el feto empieza a tener forma humana.
Las extremidades del futuro bebé se desarrollan con rapidez, aunque el tamaño de la cabeza sigue siendo desproporcionado con respecto al resto del cuerpo.
A partir de la semana 12 embrionaria, abre y cierra la boca.
Este movimiento le hace tragar líquido amniótico que expulsa a través de la orina y en ocasiones le provoca hipo.
En esta etapa aparece el reflejo de succión y también se producen los primeros movimientos del bebé, aún imperceptibles para la madre.
Esto se debe a que los músculos del feto se están desarrollando.
El oído comienza a desarrollarse gracias a las células nerviosas del cerebro.
Casi al mismo tiempo, el feto tiene ya formado el iris, la córnea y el cristalino de los ojos, que continúan cerrados.
En los dedos de las manos y de los pies empiezan a asomar las uñas.
A veces es posible distinguir el sexo del bebé a través de ecografía. La placenta ya ha adoptado su forma circular y comienza a producir progesterona, una hormona que evita que aparezcan contracciones prematuras.
Además, el cordón umbilical ya se ha formado completamente. Se trata de un órgano vital compuesto de una vena principal y dos arterias.
La vena principal del cordón se encarga de aportar oxígeno y sangre rica en nutrientes al feto, mientras que las arterias transportan, desde el feto hasta la placenta, los desechos y la sangre pobre en oxígeno. El cuerpo del futuro bebé empieza a recubrirse de un fino vello llamado lanugo
La bolsa de líquido amniótico mantiene al feto protegido de los golpes y le permite moverse con libertad, girar la cabeza y estirarse. Ya se han formado las cejas y la nariz, y el pelo de la cabeza se hace más grueso.
Los labios, que hasta ahora estaban unidos a las encías, se separan de éstas.
Las piernas son mucho más largas que los brazos. El número de células nerviosas es el mismo que el que tienen los adultos.
Hacia la semana 16 embrionaria el bebé es capaz ya de oír los ruidos que provienen del organismo de la madre. También empieza a percibir la luz a través de las membranas de los ojos, que aún permanecen sellados, y reacciona ante ella cuando se ilumina el vientre materno.
Las huellas dactilares se forman en este mes y empieza a tener sensibilidad en el cuerpo. Comienza a realizar sus primeros gestos como fruncir el ceño y bostezar.
Es posible ver su corazón a través de una ecografía y comprobar que late dos veces más rápido que el de la madre.
Se distingue también, a partir de este mes, el aparato genital del feto. Si es niña, son visibles el clítoris y la vulva, mientras que si es niño puede verse el pene y el escroto. Seguro que tú y tu pareja ya habéis resuelto vuestras dudas sobre si es niño o niña ¿Ya sabéis cómo le vais a llamar? Te ayudamos a elegir su nombre con nuestro buscador de nombres de bebés.
El bebé puede beber líquido amniótico y orinar. Su intestino se llena de una sustancia verdosa formada por desechos llamada meconio que será lo primero que expulse tras su nacimiento.
Su cuerpo está rodeado completamente de lanugo. Al feto, ahora, sólo le queda crecer.
La placenta, adherida a la pared uterina, sigue creciendo y al final de este mes mide un centímetro de espesor.
El feto pesa ya más que la placenta. Es el momento en el que sus reflejos se ponen en funcionamiento. Por eso, además de dar patadas y agarrar a menudo, empieza a chuparse el dedo.
Sus movimientos se vuelven más fuertes, sobre todo por las noches, y es capaz de dar vueltas sobre sí mismo.
Hacia la mitad del mes, su cerebro es muy similar al de los adultos, debido a que en este periodo el organismo del feto produce un centenar de neuronas por segundo.
También cuenta con un rudimentario sistema inmunológico para defenderse de determinadas infecciones.
Con el fin de mantener su temperatura, a lo largo de los siguientes meses aparece una grasa debajo de la piel que se sitúa en distintas zonas del cuerpo hasta rodearlo totalmente.
Este tipo de grasa es distinto del vérnix caseoso que comienza a aparecer durante la semana 20 embrionaria. El vérnix es una capa protectora de grasa que recubre la piel del feto para evitar que se reblandezca debido al contacto directo con el líquido amniótico.
Se empiezan a formar los dientes de leche, aunque dentro de los alvéolos dentarios. Es posible también oír los latidos de su corazón.
Las uñas siguen creciendo, mientras que la cara ya tiene cejas y pestañas.
Ahora ya capta ruidos del exterior y reacciona ante ellos. Sobre todo, es capaz de distinguir la voz de su madre.
Si los sonidos le resultan agradables, acerca la cabeza al vientre de la madre, mientras que si el ruido que le llega no es de su agrado, la aleja.
Algunos expertos recomiendan ponerle música, sobre todo clásica, y hablarle para que se sienta seguro.
En el sexto mes de embarazo el crecimiento del feto es rápido al igual que sus movimientos. En las palmas de las manos aparecen las primeras líneas. También comienza a sentirse agitado ante las llamadas contracciones falsas de `prueba' de Braxton Hicks. Estas contracciones sólo duran unos treinta segundos y la mayor parte de las madres ni siquiera las nota.
La piel del feto está arrugada y es rojiza debido a que los capilares se transparentan. Duerme entre 18 y 20 horas, pero cuando está despierto (aún tiene los ojos cerrados) tiene mucha actividad. El oído se perfecciona durante este mes y puede distinguir la voz del padre.
Al final de este periodo se han formado las papilas gustativas. Es entonces cuando, al llevarse los dedos a la boca, es capaz de distinguir el sabor dulce del líquido amniótico y otros sabores que le llegan a través de lo que come su madre. Todavía es pronto para que el feto sepa diferenciar lo dulce de lo amargo y lo salado de lo soso, pero sí empieza a saber qué sabores le gustan y cuáles no.
El intestino continúa llenándose de meconio. Las células cerebrales que utilizará para el pensamiento consciente comienzan a madurar. Se cree que ya es capaz de aprender y recordar.
En este periodo comienzan a crecer los alvéolos en los pulmones y el feto ya realiza movimientos respiratorios con el diafragma. Los bronquios siguen estando llenos de líquido amniótico.
Los centros óseos del feto se empiezan a endurecer. La piel ya deja de ser transparente para adoptar un tono opaco. También deja de estar arrugada por los efectos de la capa de grasa que se forma debajo de la epidermis.
El tamaño del cerebro es ahora bastante grande y su sistema nervioso le permite un rápido aprendizaje y realizar unos movimientos cada vez más complejos.
Algunos dicen que el feto ya es capaz de orientarse en el espacio, aunque no está demostrado. Esto significa que, si está muy maduro, se coloca con la cabeza hacia abajo como preparación para el parto, aunque por regla general permanece boca arriba.
Al feto empieza a faltarle sitio en la cavidad uterina. Asimismo, la glándula encargada de producir anticuerpos llamada timo ya ha comenzado a trabajar. Ahora, el feto orina alrededor de medio litro diario.
Hacia la semana 28 embrionaria abre los ojos, pero hasta después del parto su visión no será correcta. El sentido de la vista se limita a distinguir las sombras de las luces y a enfocar. También al final de esta etapa o comienzos del siguiente mes, el feto tiene sensibilidad en todo su cuerpo y nota incluso las caricias de su madre en el vientre.
Algunos dicen que el feto ya es capaz de orientarse en el espacio, aunque no está demostrado. Esto significa que, si está muy maduro, se coloca con la cabeza hacia abajo como preparación para el parto, aunque por regla general permanece boca arriba.
Al finalizar el mes, el ritmo cardíaco del futuro bebé se acelera cada vez que la madre habla. Esto le permitirá reconocerla después del parto.
Al feto empieza a faltarle sitio en la cavidad uterina. Asimismo, la glándula encargada de producir anticuerpos llamada timo ya ha comenzado a trabajar. Ahora, el feto orina alrededor de medio litro diario.
Hacia la semana 28 embrionaria abre los ojos, pero hasta después del parto su visión no será correcta. El sentido de la vista se limita a distinguir las sombras de las luces y a enfocar. También al final de esta etapa o comienzos del siguiente mes, el feto tiene sensibilidad en todo su cuerpo y nota incluso las caricias de su madre en el vientre.
El lanugo desaparece de la cara del feto. Su piel se vuelve rosácea y suave y tiene unas extremidades regordetas. Por lo general, antes de que termine el mes el futuro bebé suele colocarse con la cabeza hacia abajo, aunque todavía es posible que se dé alguna vuelta más antes de colocarse definitivamente en esta posición.
Sus movimientos son menos frecuentes debido al poco espacio que le queda en la cavidad uterina, y el feto comienza a adoptar una posición encogida.
En este periodo se produce una gran acumulación de grasas por debajo de la piel, y a menudo la cabeza está recubierta de una buena cantidad de pelo.
El sentido de la vista ya está más desarrollado y los ojos, de color azulado, reaccionan ya a los cambios de luz del exterior aunque aún no es capaz de ver correctamente.
El oído funciona a la perfección, hasta el punto de que percibe con mayor claridad los sonidos graves que los agudos. La mayoría de los órganos están desarrollados salvo los pulmones, que tardarán aún un tiempo en formarse para funcionar correctamente fuera del útero.
En este periodo la placenta se ocupa de producir estrógenos y progesterona para mantener sus funciones de intercambio de nutrientes y oxígeno.
Sus nalgas presionan contra el diafragma de la madre. Son más frecuentes los movimientos respiratorios, aunque todavía no hay aire en sus pulmones.
Los huesos de la cabeza tienen una gran plasticidad para facilitar el nacimiento del bebé. Al final de este periodo, el feto engorda unos 28 gramos diarios. Las uñas han crecido bastante y en ocasiones algunos recién nacidos tienen algún arañazo en la cara.
Durante este último mes las glándulas adrenales del feto producen elevadas cantidades de corticoides, hormonas encargadas de ayudar al buen funcionamiento de los pulmones.
El intestino del bebé está lleno de meconio, una sustancia oscura y verdosa compuesta por secreción intestinal de las glándulas alimentarias y las células de la pared intestinal. Esta sustancia será lo primero que expulse el bebé tras su nacimiento.
En la última semana el feto mide entre 45 y 50 centímetros y la falta de espacio le obliga a flexionarse mucho. El lanugo ha desaparecido casi por completo y su cuerpo es suave.
Cuando el parto está próximo, la parte encajada del feto presiona el cérvix uterino. El parto suele producirse entre las semanas 38 y 42, cuando todos los órganos del bebé funcionan correctamente.
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