Los niños se lo pasan en grande disfrazándose en Carnaval. Vale cualquier traje, lo que importa es que se diviertan jugando a ser otros. Aunque para ellos es un juego, a través de su disfraz nuestros hijos aprenden muchas cosas.
Alguno ha aprovechado para hacer de papá, lo que tiene sus ventajas, otro ha optado por andar a cuatro patas y ser el rey del patio con su cara de león, también hay quien se ha pasado la mañana capturando a los malos porque hoy tiene poderes de superhéroe. ¿Solo un juego? Sobre todo un juego pero, según los especialistas, tras un disfraz puede esconderse mucho más.
Más que un juego
Aparte de proporcionar cantidades ingentes de diversión, el disfraz ayuda al pequeño a desarrollar ciertas áreas de una forma fácil, lúdica y casi inconsciente:
- La principal es la creatividad: cuando el niño decide llevar un ovillo de lana en la mano para completar su versión de Spiderman, por ejemplo. Aprende a expresarse con libertad y distanciarse de uno mismo.
- Muchos psicólogos utilizan el disfraz como terapia para que el niño no se ponga barreras: si habitualmente es incapaz de desobedecer a mamá y hoy lleva el traje del malo, podrá hacer cosas que siendo él mismo no haría. Jugará a lo que de verdad quiere, aunque se ensucie, tenga que ejercer de líder...
- El disfraz también ayuda a liberar las tensiones. Pondrá en marcha el pensamiento simbólico, que caracteriza el 90 por ciento del juego del niño entre los 4 y los 6 años. Consiste en representar la vida de un adulto, de un animal o de un personaje de ficción. El pequeño observa y asimila sus impresiones del mundo a través de su propia visión.
Es frecuente encontrarle en la cocina con un delantal imitando a la abuela cuando guisa, en el baño con la cara cubierta de espuma simulando que se afeita como papá o buscando en el armario los tacones de mamá. Y con un disfraz, desde luego, es mucho más fácil sentir que eres otro.
Las razones de sus preferencias
Por lo general, los niños expresan problemas, deseos, obsesiones, gustos... a través del juego. Por eso, si se interpreta correctamente, el disfraz puede ser una especie de libro abierto que nos desvela qué intereses tienen o qué les preocupa. Hay que relacionar esta lectura con las circunstancias particulares del pequeño.
Un mismo disfraz puede significar cosas distintas si lo elige un niño tímido, uno nervioso u otro terco:
- Si un niño que está enfermo decide disfrazarse de Superman, su traje puede querer decir que quiere ser fuerte y salvar al mundo, además de a él.
- Sin embargo, otro cuyas sus circunstancias sean normales, no está expresando lo mismo. Puede que admire a los buenos, que tenga madera de líder que simplemente le gusta la capa tan roja y poderosa que lleva.
Lo que sí puede tener alguna lectura es que siempre elija un mismo tipo de traje:
- Si el niño elige invariablemente personajes agresivos, puede que tenga sentimientos de ira que no expresa.
- Y si opta por figuras líderes y actúa dando órdenes a sus amigos, podríamos interpretar que le gusta ser el centro de atención en todo momento.
Muchas veces, sobre todo si el pequeño escoge personajes sin una coherencia interna en sucesivas ocasiones, su disfraz no quiere decir nada más profundo. Simplemente, ese traje en particular le llama la atención, le recuerda a una historia que le contó su profe, le atraen sus colores, le gusta la estética o, incluso, está de moda (de esto último hay mucho).
FUENTE: www.serpadres.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario