De cara a la Navidad, los niños sueñan con juguetes nuevos y los padres se enfrentan, confundidos por la publicidad y aturdidos por la abrumadora oferta, al dilema de cuál será el mejor regalo para sus hijos. Ante todo se debe concebir el juego como una importante vía de expresión del niño y como un medio para desarrollar sus habilidades emocionales.
Al hilo de esta argumentación, Azcorra considera que los juguetes que reproducen pistolas y espadas -oportunamente demonizados por algunos de sus colegas-, jugar a hacer chocar cochecitos, incluso los juegos con reglas tales como competiciones, carreras y las artes marciales “permiten canalizar una agresividad natural del niño, que no es destructiva, sino que tiene un matiz de lucha personal por lo que uno quiere”. Azcorra apunta que es “necesario darle a los niños la posibilidad de hablar, protestar y expresar su rabia”.
La opinión de esta experta la secunda Prudencio Rodríguez, jefe de la sección de psiquiatría infanto-juvenil de los Servicios de Salud Mental de Tetuán, en Madrid, que afirma que este tipo de juguetes, tachados por algunos de violentos, “ha existido toda la vida, dado que la agresividad forma parte del ser humano y es necesario canalizarla”. Sin embargo, no está a favor de cualquier juguete que se preste a ello y hace una salvedad especial con los videojuegos, “que no permiten que el niño organice la fantasía agresiva, sino que le viene impuesto un mundo en el que, además, se banaliza el acto de agredir”.
Con frecuencia los padres desconocen los detalles sobre los videojuegos, así como la edad recomendada para cada uno, debido a la desinformación aportada por el fabricante en el envoltorio.
Según la doctora Azcorra, el principal peligro que ofrecen tanto los videojuegos como los ordenadores es que “fomentan el aislamiento y el individualismo, de modo que el niño ve cumplidos sus deseos cuándo y cómo quiere, sin topar con la oposición de los padres o compañeros de juego; sin aprender, por tanto, la tolerancia a la frustración, que es lo que le permite darse cuenta de que vive en el mundo con más gente”.
Con frecuencia los padres desconocen los detalles sobre los videojuegos, así como la edad recomendada para cada uno, debido a la desinformación aportada por el fabricante en el envoltorio.
Según la doctora Azcorra, el principal peligro que ofrecen tanto los videojuegos como los ordenadores es que “fomentan el aislamiento y el individualismo, de modo que el niño ve cumplidos sus deseos cuándo y cómo quiere, sin topar con la oposición de los padres o compañeros de juego; sin aprender, por tanto, la tolerancia a la frustración, que es lo que le permite darse cuenta de que vive en el mundo con más gente”.
Más comentario personal
Existen diversos estudios que demuestran una alta relación en ciertos estilos de conducta agresiva en los menores y la influencia que ejercen los medios de comunicación y determinados juguetes bélicos. Estas investigaciones nos indican que los niños que están expuestos a la violencia a través de los juguetes de guerra son niños más agresivos y a la hora de resolver un conflicto responden de forma agresiva, pudiendo volverse insensibles a la violencia y de alguna manera cabe la posibilidad que incluso se animen a imitar esas conductas violentas. También hay que tener en cuenta que son muchas las variables que determinan esta conclusión (estilo educativo de los padres, estilo de afrontamiento del menor, etc.) ya que no todos los niños se vuelven agresivos ante las mismas circunstancias, por lo que no podemos caer en el error de generalizar.
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