Antes de los 5 años no es preocupante, porque suele ser fruto de la imaginación, pero a partir de los siete que ya distinguen perfectamente entre verdadero y falso hay que reflexionar sobre ello.
QUÉ HACER ANTE LAS MENTIRAS
Si es pequeño, no hay que dar crédito en absoluto a lo que cuentan. Su imaginación tiene una gran vivacidad y a veces confunden fantasía y realidad e inventan hechos o cosas. Les podemos contestar de modo que comprenda que compartimos su juego. “¡No me digas!, ¿de verdad?” y poco a poco hacerle ver que las cosas no pueden ser como las cuenta, ayudarle a reflexionar sobre la realidad de los fenómenos que ocurren, para que progresivamente pueda distinguir entre lo real, lo imaginario y lo verosímil.
Alrededor de los siete años, las mentiras siempre tienen un motivo oculto y esto es verdaderamente lo que nos interesa. Puede mentir por temor a la reacción del adulto, en este caso debemos rectificar en lo posible nuestra conducta para devolverle la confianza en nuestro amor y justicia. Si lo hace para darse importancia, dejémosle actuar y procuremos transmitirle confianza en sí mismo, criticándole lo mínimo y resaltando todo lo que hace bien.
Las mentiras preocupantes son las que cuentan para conseguir que castiguen a otros, en este caso hay que hacerles ver las consecuencias de su conducta. Y si son muy frecuentes, es conveniente consultar con un especialista.
Si es pequeño, no hay que dar crédito en absoluto a lo que cuentan. Su imaginación tiene una gran vivacidad y a veces confunden fantasía y realidad e inventan hechos o cosas. Les podemos contestar de modo que comprenda que compartimos su juego. “¡No me digas!, ¿de verdad?” y poco a poco hacerle ver que las cosas no pueden ser como las cuenta, ayudarle a reflexionar sobre la realidad de los fenómenos que ocurren, para que progresivamente pueda distinguir entre lo real, lo imaginario y lo verosímil.
Alrededor de los siete años, las mentiras siempre tienen un motivo oculto y esto es verdaderamente lo que nos interesa. Puede mentir por temor a la reacción del adulto, en este caso debemos rectificar en lo posible nuestra conducta para devolverle la confianza en nuestro amor y justicia. Si lo hace para darse importancia, dejémosle actuar y procuremos transmitirle confianza en sí mismo, criticándole lo mínimo y resaltando todo lo que hace bien.
Las mentiras preocupantes son las que cuentan para conseguir que castiguen a otros, en este caso hay que hacerles ver las consecuencias de su conducta. Y si son muy frecuentes, es conveniente consultar con un especialista.
LO QUE NO DEBEMOS HACER
Si el niño vive en un clima de sinceridad se suele impregnar de esta virtud, pero si no es así, él captará también las mentiras del adulto, por ello:
· No debemos utilizar la mentira por comodidad, para evitarnos esfuerzos o situaciones molestas, para que nos deje en paz o que se calle. Como prometerle algo que no vamos a cumplir, engañarle diciéndole que no vamos a salir si lo vamos a hacer o decirle que le vamos a llevar a otro lugar para evitarle un disgusto, como ir a la consulta del médico. Si en alguna ocasión no podemos cumplirle algo hay que explicarle los motivos y decirle siempre la verdad aunque llore, porque si no terminará perdiendo la confianza en nuestras palabras.
· No debemos usar mentiras sociales, como encargarle que le diga a alguien por teléfono que no estamos en casa cuando se trata de una persona pesada o se tiene prisa.
· No debemos mentir por utilidad, para obtener un provecho material, como rebajar la edad del niño para que no le cobren en el transporte público.
· No usar tampoco mentiras de vanidad alabándonos delante de los demás, los niños se darán cuenta de que presumimos sin fundamento.
ORIENTARLES EN LA SINCERIDAD
Mentir está mal, pero tampoco es conveniente ser excesivamente sincero y decir todo lo que piensa, ya que puede herir al otro y perjudicar las relaciones interpersonales.
FUENTES
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