Comer juntos no es únicamente saciar el hambre en torno a una mesa, sino que detrás de sentarse a la mesa en familia hay un significado mucho más trascendente, el de la comunicación, preocuparse por el otro, escuchar a los demás y expresar nuestros sentimientos para que nuestros hijos también aprendan a expresarlos.
La hora de la comida no tiene por qué ser un momento solemne, podemos convertirlo en un encuentro entretenido en torno a la comida, lo cual además ayuda a los niños a establecer una relación positiva con la comida y a comprender que comer es divertido.
Muchas veces no tomamos conciencia de que un acto tan rutinario como sentarse a la mesa pueda ayudar a construir la personalidad de nuestros hijos.
A traves de estudios se ha mostrado la existencia de una relación entre las comidas familiares y un menor porcentaje de trastornos alimenticios, un menor consumo de drogas y alcohol, una mejor nutrición y mejores notas.
Los hábitos de vida moderna y el trabajo hacen que muchas veces los padres se vean sobrecargados y ese momento se vea como un trámite en el que no se puede invertir mucho tiempo. Esto lleva a los padres, a veces, a utilizar diversas estrategias (ver la tele, entretenerlos con algún juguete...) para acelerar o hacer más fácil esta situación.
¿Por qué se recomienda que el niño no coma viendo la televisión o entretenido con un juguete?
- Favorecer la autonomía: A la hora de comer el niño debe ser 'sujeto activo'. Es decir, ya desde muy pequeño, a partir de el 8-9 meses, puede iniciarse en el manejo de la cuchara, comer trocitos con la mano mientras el adulto le ayuda y así progresivamente, hasta que ya es capaz de comer él solo utilizando adecuadamente los cubiertos.
- Saber cuánto come: Normalmente, si el niño está entretenido pierde la noción de qué y cuánto está comiendo, de ahí que sea un recurso muy utilizado por padres con niños que comen poca cantidad y que ellos interpretan como 'mal comedores'. Aún en el supuesto de que en realidad fuesen malos comedores, entretenerles no es la solución, porque de este modo difícilmente aprenderán a disfrutar de la comida, y éste debería ser el objetivo: que aunque coman poca cantidad por lo menos la disfruten y saboreen. En el otro extremo tenemos a los 'buenos comedores' que embobados con la tele también pierden la noción de lo que comen y comen en exceso, lo cual puede favorecer la obesidad infantil. Les cuesta identificar cuando están saciados porque están prestando atención a otra cosa.
- Cuestiones de protocolo: El momento de la comida en familia es un momento ideal para que el niño aprenda las normas de la mesa y que luego las pueda aplicar cuando vayáis a comer fuera de casa. El uso de los cubiertos, no hablar con la boca llena, limpiarse la boca antes de beber, pedir las cosas, por favor, no levantarse de la mesa hasta que todos acaben de comer, pedir permiso antes de levantarse de la mesa, pedir turno para hablar... Es un aprendizaje que se hace poco a poco y a menudo por imitación de sus mayores. La tele y los juguetes no permiten fijarnos en estos pequeños detalles, ya que están 'entretenidos' y no pueden mirar qué hacen sus mayores.
- Propiciar el diálogo: En el modelo de vida actual estamos sometidos a un ritmo bastante frenético donde los padres trabajan muchas horas y el momento de reunirse en torno a una mesa para comer (desayuno, comida o cena) son casi los únicos momentos en los que la familia tiene para contar qué tal han ido las cosas, sus preocupaciones y sus alegrías, por tanto, si tenemos el televisor encendido difícilmente se puede mantener una conversación, y si se mantiene es sobre lo que se está viendo en la tele o en torno al juguete que hay en la mesa no sobre lo que le ha pasado a cada uno que es en realidad lo importante, sentirse escuchado.
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