La falta de sueño es un mal que aqueja a los niños españoles, en más casos de los que deberían. A pesar de que no se le dé tanta importancia, el sueño es tan necesario como la alimentación adecuada en el desarrollo de un niño.
El sueño diario es la forma que tiene el organismo de recargar energía. Los niños están sometidos a largas jornadas de aprendizaje seguidas por actividades extraescolares, además del ejercicio físico en forma de juegos, lo que se traduce en un intenso ritmo de vida. El descanso de cada noche es vital para alcanzar el máximo rendimiento al día siguiente y para ello, no basta con dormir el número de horas necesario, también hay que valorar la calidad del sueño.
¿Cuántas horas debe dormir un niño?
Las claves que nos indican que el sueño es suficiente y de calidad son la capacidad de concentración y sensación de descanso durante el día. Si observas que tu hijo se encuentra atento, hace los deberes sin dormirse, se muestra ágil e interactúa con los demás sin problemas es un síntoma de que está descansando bien y de que el sueño tiene calidad, es decir, completa todas las fases necesarias. El número de horas que duerme también influye, aunque varían según la edad.
La mala calidad o insuficiencia del sueño puede acarrear muchos problemas en la infancia, como el fracaso escolar debido a la dificultad para concentrarse o ciertas disfunciones cognitivas. Los pequeños que tienen sueño durante el día porque han dormido de forma insuficiente, se muestran menos comunicativos, son menos sociables y a la larga sufren este problema de forma crónica, porque no es una alteración que se cure con la edad.
¿Qué pueden hacer los padres?
Los expertos apuntan unas reglas básicas que pueden ser de ayuda:
-Constancia: los niños adoran la rutina y en los hábitos del sueño esto no es ninguna excepción. Toda conducta que quiera inculcarse puede conseguirse con la repetición día tras día.
-Horario regular: los horarios para ir a dormir y despertar deben ser respetados siempre que sea posible, incluso días festivos.
-Rutina: bañarse, cenar, leer un cuento y apagar la luz. Repetir esta secuencia siempre que se lleve al niño a la cama le ayudará a dormir a sus horas.
-Entorno adecuado: una habitación demasiado caldeada o muy fría, o un pijama que proporcione mucho calor durante la noche, dificulta e interrumpe el sueño. Por lo general, es preferible dormir en una habitación templada, que más bien caliente.
-Peluches: el descanso nocturno es una especie de separación de los padres. Los peluches u objetos de apego ayudan a los niños a pasarla, proporcionando una sensación de seguridad y control.
-¿Solos o con los padres?: en general es preferible que los niños duerman en sus cuartos solos. Sobre todo porque dormir solo es lo ideal, pero también porque así el niño construye mejor su identidad al aprender a separarse de los padres sin problemas de ansiedad.
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