1.- Los padres deben preguntarse por las razones de su excesiva permisividad. ¿Tienen miedo a que las negativas y limitaciones resten el amor del niño hacia ellos? Deben autoconvencerse de que una exigencia firme y motivada es en realidad un gesto de amor para el propio hijo.
2.- Hacer examen de conciencia de la propia infancia. A menudo los padres demasiado complacientes tuvieron una infancia con excesivas renuncias.
3.-Prestar atención a que el niño no perciba las limitaciones como un castigo. Se evitarán frases del tipo: Como te has portado mal, no te dejaré hacer lo que deseas.
4.- Frases como ésta no hacen ningún bien al niño: Sí, pero no estoy de acuerdo, haz lo que quieras, pero ya sabes cómo pienso. Las reglas han de ser claras, si consideramos que existe motivo, no se debe ceder.
5.-No pretender que el niño respete comportamientos y costumbres que los mismos padres no siguen. Por ejemplo, será bastante difícil hacerle entender la importancia de lavarse los dientes después de cada comida si los padres no lo hacen.
6.- Los padres deben mantenerse unidos en sus decisiones respecto al niño, evitando crear otro tipo de alianzas: hijo/padre, hijo/madre. No se discutirá ante ellos por cuestiones referentes a las normas o principios que éstos deben respetar.
7.- No delegar en el cuidador o en los maestros la necesidad de poner un freno a las pretensiones del niño.
8.- Aunque los tiempos hayan cambiado, algunos métodos de antaño continúan siendo igualmente válidos. Es bueno que los padres recuperen valores de la educación más severa que han recibido de niños.
9.- Intentar no caer en el "no, porque lo digo yo y basta". Las restricciones y normas deben entrar a formar parte de un diálogo constructivo.
10.-Es importante que el niño entienda que las decisiones están motivadas y que se toman por su bien. Los niños obedecen con más facilidad las normas que se plantean en sentido positivo.
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