jueves, 5 de mayo de 2011

¡ A REIRSE DE LA VIDA!


La risa es saludable; pero, ¿qué hay de cierto en ello? Numerosos estudios confirman que la risoterapia, además de divertida, puede ser una terapia muy efectiva para mejorar nuestra salud.
No esperes más para ponerte a reír con tu hijo; puedes seguir los siguientes pasos:
  1. Liberar lo negativo: Toma un globo y comienza a inflarlo. En cada soplido deja salir algo que deseas que desaparezca de tí, de tu vida, de tu entorno o del mundo. Pídele a tu hijo que diga en alto qué mete en el globo, así descubrirás que cosas le preocupan. No juzgues, sólo escucha y ya sacarás el tema en el momento adecuado.
  2. Eliminar lo negativo: Ata el globo con los cordones de tus zapatillas, coloca música y empieza a bailar arrastrando el globo e intenta hacerlo explotar antes de que se acabe la canción. Si estás con más niños, cada niño debe explotar su globo, si sólo no lo logra, que le ayuden los compañeros, pero debe explotarlo el, pues simboliza, romper con su problema.
  3. Tensar para relajar: Contrae todo los músculos y camina rápido recorriendo la habitación de punta a punta. Después intenta decir tu nombre sin aflojar la musculatura, luego relaja poco a poco, por partes, todo el cuerpo.
  4. Técnica de risa fonadora: Tirado en el suelo practica la risa con las 5 vocales: Jajaja, Jejeje, Jijiji, Jojojo, Jujuju
Ya hemos calentado a ahora hay que ponerse manos a la obra:
JUEGOS PARA HACER REIR.
1.- El Mimo. El maestro pide a sus alumnos que se pongan en parejas frente a frente; estando así, les va pidiendo que, los dos, por turno, expresen conductas con gestos o posturas solamente, sin palabras; pueden ser conductas como alegría, asombro, reconocimiento, tristeza, desprecio, sospecha….
2.- . Río y me enfado. El maestro hace alguna señal que toda la clase pueda percibir; pide a los alumnos/as que rían a carcajadas al ver esa señal; al hacer otra señal pide a todos que se pongan serios. Repite este ejercicio varias veces. Por supuesto que los niños no lograrán pasar de la risa a la seriedad.
3.- No te rías que es peor. El Maestro pide a la clase que hagan dos filas y se pongan frente a frente; los de una fila serán A y los de la otra serán B. Durante un minuto cada A debe hacer reír al B y el B no debe reírse. El siguiente minuto todos los B hacen reír a los A. No vale hacer cosquillas para hacer reír. No vale cerrar los ojos para no reírse
4.- Desde cuando no. El Maestro se ubica delante de toda la clase y pide a uno de sus alumnos/as que se ubique con él; El Maestro se pone de pie detrás del voluntario , el cual estará sentado y mirando a todos los demás; El docente hace mímica de alguna acción (cepillarse los dientes, dormir, limpiarse la nariz, asearse las manos, en fin, cualquiera de los actos humanos cotidianos) y acompaña dicha mímica con la expresión “cuánto hace que tu …”;el que está sentado debe responder, sin mirar al maestro cuánto tiempo hace que ejecutó la acción representada por el docente. Resultará un juego muy divertido.
5.- El barco. El grupo en círculo de pie. El Maestro dará varios gritos para hacer mover a los asistentes. Emite el grito “popa” y el grupo da un paso hacia adentro; grita “proa” y el grupo da un paso hacia atrás; grita “mar picado” y todos se balancean; grita “maremoto” y todos se deben cambiar de puesto, nadie puede quedar en su mismo puesto. La serie de gritos se repite 7 u 8 veces. Este ejercicio genera chorros de risa.
6.- Pobrecito gatito. Todos los alumnos se sientan en círculo. Uno de ellos deberá ser el gato; éste camina en cuatro patas y se moverá de un lado a otro hasta detenerse frente a cualquiera de los demás para maullarle 3 o 4 veces; por cada MIAUU, el otro alumno/a deberá acariciarle la cabeza y decirle “pobrecito gatito”, sin reírse. El que se ría, cumple la penitencia de “hacer de gato”; el ejercicio se prolonga hasta que unas 5 o 6 personas hagan de gato.
Olvidaos de la vergüenza, y dejaros llevar por la risa y recuerda: Un niño sano se ríe un promedio de 300 veces al día, sin embargo, a medida que crecemos la risa es cada vez más costosa, un adulto lo hace entre quince y cien veces al día.

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